Tómate un momento; piensa que eres un escalador e imagina el siguiente escenario: Estás escalando una de la mayores montañas del mundo y estás muy cerca de alcanzar la cumbre, un objetivo que has deseado toda tu vida. Estás preparado físicamente y mentalmente.
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Estás empezando el último tramo de tu escalada cuando decides descansar en un pequeño promontorio que sobresale como un metro de la montaña. Ves a otro escalador acercarse a ti desde abajo. Asciende y se une a ti en el promontorio. Lleva una cuerda atada a la cintura y sostiene un cabo suelto en las manos. Te lo muestra diciéndote:
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- Perdona, ¿me harías el favor de sostener este cabo de cuerda un momento?. Sujetas la cuerda.
- Gracias -dice el hombre, y añade-: Ahora usa las dos manos y agarra fuerte.
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Para tu sorpresa, el hombre salta del saliente y grita:
- ¡No sueltes!. Si lo haces me caeré trescientos metros. Sujetas la cuerda con todas tus fuerza. El hombre está suspendido sobre el vacío y, si se cae, sin duda morirá. Tratas de tirar de él hacia arriba, pero pesa demasiado. Le sugieres cómo podría ascender por la cuerda. El hombre te contesta: - Agarra. No sueltes. Si sueltas, moriré.
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Tú tiras con fuerza, pero eso no funciona. El sol ya se está poniendo y empieza a hacer frío. Tienes que hacer algo porque de otro modo no alcanzarás la cima, que vislumbras entre la niebla.
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Piensas la manera de que el hombre vaya envolviéndose en la cuerda y se vaya izando paso a paso, y le gritas las instrucciones. El hombre responde: - No por favor, por favor, no sueltes. Si sueltas me mataré.
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Tratas de convencer al hombre, le persuades y le gritas, pero no sirve de nada. Vuelves a pensar que te estás quedando sin tiempo, y le gritas las instrucciones una vez más: - Escucha con cuidado lo que te voy a decir, porque tengo toda la intención de hacerlo. No voy a aceptar responsabilidades sobre tu vida, sólo sobre la mía. Si tú no te ayudas a ti mismo mientras yo te estoy ayudando, no puedo hacer más. Voy a soltar la cuerda.
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El hombre responde: - ¡No!, sigue agarrándola. Si la sueltas moriré. ¡Agarra con fuerza!.
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El hombre responde: - ¡No!, sigue agarrándola. Si la sueltas moriré. ¡Agarra con fuerza!.
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Esperas y tiras, y el hombre no hace nada, sólo se agarra a la cuerda. No hace ningún esfuerzo en absoluto. Sueltas la cuerda y escalas, al fin, hasta la cumbre de la montaña.
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Ahora tómate un momento y piensa en este escenario. ¿Hay algo en tu vida que estés agarrando y que pueda estar representado por este escalador? ¿Qué te impide avanzar en la vida? Piensa en lo que está en el extremo de la cuerda, y en lo que significaría soltar. ¿Merece la pena seguir atascado para mantener la vida de lo que hay en el otro extremo? ¿Qué ocurriría si soltaras?. Adiós 2012, no tires más de mí.
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Feliz 2013, amigos ladrones...
Texto sacado del libro "Pensamiento Creactivo"