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lunes, 23 de mayo de 2022

la mucca

 Mientras me tomo un café en La Mucca, dibujo el local. Los camareros, entusiasmados, me invitan. También para esto sirve el cuaderno.

jueves, 16 de marzo de 2017

Dos trabajos de la semana pasada

La pasada semana fue muy activa para mí, hice dos dibujos, un bar y un barco, aparte de las acuarelas de los miércoles con la Colla..
El martes fui a este bar del barrio Gótico de Barcelona que ya dibujé hace años en un cuaderno y quise volverla a tener en mi cuaderno de bares.
Se trata de un bar donde se reúnen artistas de todo tipo junto a parroquianos de "toda la vida", creando un ambiente agradable y aunque no sea muy antiguo, sí tiene el aspecto de un gran café de los de antes. El local es del año 1900 y parece que fué una armería. Los dueños, a pesar de haber transcurrido seis años, me reconocieron y me invitaron a un buen desayuno.

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Éste, fue mi dibujo hace 6 años, casi coincidiendo en la fecha de marzo

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Y el viernes pasado fui a completar el barco de dibujé la semana anterior en Mataró, pero esta vez desde la proa del mismo, añadiendoles en casa, sacados desde internet ,dos dibujillos en diferentes facetas de navegación. Como ya os anuncié en post anterior, se trata del Laúd San Ramón (1904)

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Ambos en sus cuadernos respectivos de bares y barcos.

viernes, 1 de noviembre de 2013

Ratera de bar...



Bolígrafo sobre servilletas de aquí y de allá.

Ratera de bar. Eso es lo que soy. No penséis mal... Hasta hace poco tenía miedo a los cuadernos, con sus páginas tan inmaculadamente blancas. Sin embargo, era sentarme en una cafetería o en un bar, ver el servilletero y se me encendía la "bombilla creativa" con cualquier cosa que se pusiera a mi alcance visual, bien de la misma, o de lo que sucediera al otro lado de los cristales. 

 Servilleta de la cafetería de la facultad de Filosofía y Letras de Valladolid.

Yo pensaba que me estaba "rehabilitando" porque poco a poco iba adentrándome en algunos cuadernos e incluso llevo en el bolso una agenda reciclada de esas que regalan con algunas revistas femeninas. Pero las servilletas me pueden, y reincido. Quizás porque, inconscientemente, conozco las limitaciones del finísimo papel y no pretendo ir más allá de lo que debe ser un rápido esbozo. 

El frío norte.  Servilletas y vistas en alguna cafetería de Amiens.

Incluso diría que hay un placer escondido, como un ritual, en el hecho de doblarlas de manera que se acomoden al billetero de mi cartera. Y dejarlas ahí un tiempo. El suficiente para que los dobleces formen parte de su superficie, como huellas de su vida. 


Pd: Como ya sabéis, no es por enrollarme pero ni soy ni quiero ser sintética. Gracias  a Gometero que tantos bolis me ha proporcionado y gracias a la camarera de la cafetería Caprichos por intuir y proporcionarme libretas de comanda antes de que yo las pidiera...bla, bla, bla...

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