Éste podría ser el lema de muchos ayuntamientos. Los árboles son un atraso y un gasto en nuestras rectilíneas calles asfaltadas: enferman, dejan hojas a cada estación, levantan pavimentos con sus raíces, en fin, están vivos. Mejor sustituirlos por NADA, puro cemento, cuyo tráfico ensucia manos de políticos e intermediarios. La comisión que podría llevarse el político cuando renuevan una calle, se pierde si hay que velar por conservar sus árboles. Éste podría ser el caso de la Rambla del Hospital de Vic, donde se ha decidido sacrificar estos magníficos y acogedores árboles. Y allí nos juntamos, el 13 de febrero, de la mano de Ferran Blancafort, de USK Osona, a dibujarlos antes de que desaparezcan.
¡Ojalá nuestro gesto dé algún fruto!