Sol y truenos, chicharras y hasta un azor. Es el paisaje de mi juventud bajo techos de lona, a la sombra del pico Ranera, lleno todavía de fragmentos de las vasijas de los resineros. Hoy he vuelto por mi hijo Martín.
La dedicatoria, en Cuenca, es obvia ;-)
Impresionantes. El lugar debe ser una maravilla.
ResponderEliminar¡Espectacular, Teresa! Un abrazo.
ResponderEliminarLos dos primeros alineados como un espejo, contrapicado y picado...
ResponderEliminarMiro y remiro, y admiro.
ResponderEliminarSoy curioso, de ver como lo haces, incluso te lo he visto hacer en directo,
y me deja estupefacto, en el acto.
Qué bien sabes exponer aquello que te ha gustado, haciendo que guste a los demás!
ResponderEliminarTus dibujos llevan tu sello y son de una gran delicadeza! Aupa!
¡Qué ganas de veros en Huesca! Queréis creer que pasé cuatro días allí y no pude entrar a San Pedro el Viejo...
ResponderEliminarPor muy agreste que sea el paisaje, tu toque tan personal le da una suavidad y una atmósfera especial. Aplaudo con fruición.
ResponderEliminarAbrazo
¡Qué arte, chiquilo! ¡Slurp!
ResponderEliminarAabrazotes
¡Gracias a las dos! Un abrazo.
ResponderEliminarQué tremenda calidad tiene todo lo que haces!!!
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