Lo bueno de algunos cuadernos es que vienen a continuar conversaciones interrumpidas. En el caso de las nuestras, las de Lorés y las mías, han tratado de temas muy variados: desde la historia a la gastronomia, de las Schmincke a los rotuladores, del reino de Aragón a los cuentos de Calleja, de los cuadros a las momias, de las catedrales a los potajes y de las montañas a la chimenea chiosporroteando en Sourmenia. Todo eso aparece en su hermoso cuaderno, detallando los colores usados para recrear un cielo nuboso poblado de pájaros en formación de ataque, o en unos huevos fritos en sartén de hierro, al amarillo de kadmio y siena tostada para la puntilla; una portada de una casona donde dan ganas de entrar y quedarse unos días a visitar esos valles y esas montañas ahora con nieve, anticipados en dos hermosas acuarelas reversibles para que uno no sepa cuál le gusta más. Y unos caramelos de la embajada.
Todo ello con el buen hacer que le caracteriza. Con esa caligrafía cancilleresca típica de la embajada de Sourmenia, cuidada y que sola ya es un lujo, más con lo que va contando con detalle. Buena receta ha aplicado a este cuaderno y Lorés en la cocina es siempre rotundo y generoso, como a la vista está. Esos micromomentos de felicidad que el dice y que ahora comparte conmigo.
Siempre queda el problema de continuar este tipo de cuadernos, algo que a veces parece una profanación. Aún tengo tal cual llegó el primero que recibí en este intercambio de amigos ectoplasmáticos. También era suyo. Un cuaderno artesano de papel de color suave con sus dibujos alegres y los tonos serios de los verdes y sepias de Schmincke. Por estas que son cruces que este cuaderno lo voy a llenar de dibujos, procurando estar a la altura de los que ya tiene, cosa difícil. Y de esa caligrafía cuidada y personal ni hablemos. Voy a tener que escarbar entre mis plumillas para elegir una adecuada y a seguir un curso de Rousselot Smichdt, ese ya amigo argentino afincado en Barcelona que ha puesto letra e imagen a todo lo que hemos bebido, comido y fumado.
Lo dicho, aquí se ve el cuaderno que queda en mis manos para posteriores disfrutes. Muchas gracias, amigo. Me ha encantado.
Mira que se me queda la cara de tonto, infinitamente más que el que poseo, cuando veo esas maravillas que tanto el donante como el recibiente hacen honor a esos cuadernos de amigo invisible... Jooooder! qué envidia me dais y eso que no puedo quejarme porque ya fui agraciado el pasado año por el Embajador de Sourmenia, Manolón y éste, por el Reverendo Monseñor don Pepe. Así, que a callar y nada de envidias!!!!
ResponderEliminarViva nuestro juego de "amigos invisibles"!!!!
Qué intercambio de epístolas entre ambos... no hay que perderse nada! Ni una micropalabra!!! Y los dos con caligrafía sublime!!!!
Ese cuaderno, agraciado Pepe, hay que ir llenandolo... pero con la gracia que el autor del cuaderno dá. Y tú eres capaz de ello.
Los huevos fritos es el plato mejor del mundo!!! Ni orientales, ni chinos ni indios... y que se aparten las demás recetas de nuestros vecinos... y si a ello, le acompañas choricillo o chistorra... entonces... la leche!
Veo que sabéis bien apreciar de la vida!!! Sí señor!! Comer es lo más hermoso e importante para esos micromomentos de máxima felicidad! Y con amigos y cuadernos así... la releche!!!!
Venga que disfrutéis !!!!!! Bravo!!!!!!
Pues échale otro vistazo porque, no sé como, se me había esfumado una ermita, con esto de la invisibilidad amistosa. Lo he editado para plantarla otra ve en su sitio, a 2 km de la cocina de Manuel Lorés. Así, desde la ventana, puede pedir que no se le peguen las judías.
EliminarCon eso de monseñor y del obispo de Cipango, he visto en internet un libro encuadernado en piel, papel en blanco y lomo dorado, vamos una biblia, y no he podido resistirme. Ahora si que voy a parecer un prelado con su misal. El cogote de obispo ya lo tengo, aunque me lo tape con una soguetilla.
Sobre los huevos fritos sólo les falta que las gallinas tuvieran la costumbre de ponerlos en las cimas de los cerros, lejos y con muchos barrancos. Si valieran a doce euros cada uno, los apreciaríamos en su justo valor. Con esos adornos que dices, ya para qué te voy a contar. Un buen pan de pueblo y un porrón de tinto y a sufrir.
Sabe que tiene un amigo en Huesca, cuando no en Sourmenia, para lo que desee vuestra merced.
ResponderEliminarMe alegra que le agrade el cuaderno, Don José, gran preboste donde los haya en abadías y recogidos; como cada año echo de menos más días para dibujar, aun a riesgo de venirme arriba y pasarme de manchas, palabras y sentimientos.
Voy a lo mío, que debo ser de los últimos y luego me llamará al orden el Reverendo Joshemari.
Igualmente le digo, que nada hay que descartar. Lamento una vez más un malentendido que me hizo estar en Huesca y no verte. Imperdonable. Sobre el cuaderno, agradar es poco, y toca vencer esos reparos para continuarlo. La verdad es que así ya está muy bien. Igual cuando nos veamos de nuevo te lo dejo para que añadas algún otro dibujo, si no es abusar.
EliminarRecibe mis bendiciones, hermano y sigue dándole caña a los hierros, que el refectorio es estancia muy principal en un buen convento.
Un abrazo.
enhorabuena a los dos!
ResponderEliminarGracias, Susana. No fue mala la hora y la ocasion de recivbir este cuaderno.
EliminarUn abrazo.
Alucinada me quedo! Impresionante! Enhorabuena a los dos! Abrazooos!
ResponderEliminarPues imagínate yo. Un gran cuaderno. A la colección de los recibidos en estos intercambios. Todos ellos son joyas.
EliminarUn abrazo.
Otro gran tesoro.Felicidades. Pero saco cuentas y no me salen: a un Amigo invisible por año... nunca llegaré a tener un cuaderno de todos vosotros. Grrrr...!
ResponderEliminarMis parabienes a los dos; menudas parejas han salido y por ende menudos cuadernos han resultado.
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