Mi salida al país vecino

Este es el reportaje de mi último viaje, algunos ya habéis tenido ocasión de verlo en mi blog y ahora, lo repito ampliado en éste de ladrones, porque es específico sobre cuadernos que le llamamos "de viaje".

Con frecuencia me escapo a Francia para desintoxicarme y reencontrarme con este país donde nací y tanto mi mujer (inglesa), como yo, nos sentimos muy cómodos. Hacía tiempo que no salía y decidí aprovechar estos días sin nietos, para desfogarme un poco.

Fui a esa parte entre el Macizo Central y La Provenza que conozco poco y está relativamente cerca de donde vivo.

Me sucedió algo muy hermoso. Conocer a un pintor llamado François Montes, con el que congenié y creado una buena amistad. Vimos una acuarela suya en la casa de un apicultor, donde me alojo haciendo turismo rural, colgada en la pared. Pregunté por ese cuadro y el dueño de la casa, me informó que estaba hecho por un gran acuarelista de un pueblo cercano, a unos 30 km. de allí.

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A la mañana siguiente, nos desplazamos a este pueblo medieval, rodeado de murallas que se llama La Couvertoirade, con castillo y dos iglesias de los caballeros Templarios y de los Hospitalarios de San Juan o también llamados: Caballeros de Malta.

Paseando por el pueblo, reconocí inmediatamente a este pintor según la descripción del apicultor. Estaba pintando en mitad de la calle. Me presenté e hicimos enseguida amistad, quedando para salir juntos a pintar después de comer.

Esta segunda foto la he bajado para, por si Marga quiere ver otro tipo de calzado que también utilizo.

Ahí estamos los dos, llamando la atención a todos los turistas que abundan en este pueblo y sacándonos fotos, él haciendome el retrato y yo, pintando lo que tengo delante. Nos regalamos mutuamente las obras. 

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Antes os contaré una simpática anécdota:  Entre el numeroso público que contemplaba la escena de los dos abueletes (tiene quince años más que yo), nos visitó una niña muy mona y educada (muy corriente en Francia), de unos seis años, con su mamá. Le enseñé lo que hacía y exclamó que le gustaba mucho. La invité a dibujar pero no quiso.

Al cabo de poco, volvió y nos regaló a François y a mí, dos huevos de Pascua, que me emocionó mucho.

Bueno, a continuación os muestro el retrato que me hizo y que me regaló:

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Y esta es la acuarela que hice de la calle y lugar que él escogió, donde me dejaron una silla. François trajo la suya desde su casa. Una acuarela mediocre, sin tener las herramientas adecuadas para pintar acuarelas de este tamaño. Suelo viajar con muchos cuadernos y alguna libreta de acuarelas de 20 x 20 cm.

Se lo regalé:

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El restaurante, dibujado mientras comía en el cuaderno. Es pequeño y todos los comensales estuvieron contemplando mi dibujo y el cuaderno.

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Este dibujo de abajo, es la calle donde vive François. Dibujado en papel Kraft

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Después de la comida y la pintura, pasé la tarde con él. Se desplaza por todas partes en bicicleta porque dice que va más cómodo en ella, que andando y eso que tiene 86 años. Quince más que yo!!! Comprobé que era muy conocido y querido en todo el pueblo y al final me llevó a su casa, subimos a su estudio en un altillo.

Entre cantidad de dibujos que me mostró, es un gran retratista (tiene álbumes de dibujos-retratos de personajes, hasta alguno conocido, que ha ido dibujando toda su vida). Me enseñó acuarelas y algunos instrumentos de cuerda al que también es aficionado, Mandolinas, laúdes y algunas espinetas (instrumento de teclado con cuerdas pulsadas, de cinco cuerdas, muy utilizada en la región del Vosgo francés) Pensé en el Sitar del  marido de Dulce. Sé que no tiene nada que ver. Son instrumentos casi medievales. Me estuvo tocando alguna pieza popular con este instrumento.

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Ahora hablaré del día anterior:
 Estuve en Saint Guilhem-le-Désert. Un pueblo medieval del siglo XI, fortificado en unas gargantas rocosas impresionantes, por donde circula un afluente del río Herault , con su abadía románica del siglo XI, su claustro, el órgano, la cripta y unas reliquias que llaman de la Verdadera Cruz (?) y las casas que recorren esta vaguada con sus molinos y callejuelas.
Hice este primer dibujo en la plaza de la Liberté con un enorme plátano de 1855 

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Esta siguiente, es una vista posterior de la Abadía., dibujado en papel Kraft

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Y unos de esos rincones por donde circula el río. En papel Kraft

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Por último cuando llegué a la granja del apicultor, para pasar la noche y donde hallé la acuarela de François Montes, a última hora, decidí dar un paseo por sus campos e hice esta acuarelita antes de que anocheciera.

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Con ello, he acabado con la descripción del viaje por tierras francesas durante ese par de días que pude escaparme.

Siento haberme extendido más de la cuenta.