jueves, 20 de junio de 2013

Miedo: el techo invisible

Imaginaos que hay un tablón de madera en el suelo, de unos seis metros de largo y quince centímetros de ancho. ¿Podríais caminar por él sin caeros?. Ahora, imaginaros ese mismo tablón a una altura de treinta metros, suspendido entre dos edificios. ¿Os atreveríais a caminar por él?. Seguro que muchos de los que habéis respondido "Sí" a la primera pregunta, habréis dicho "No" a la segunda. Pero, ¿qué ha cambiado?.
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La capacidad técnica que se requiere para la tarea, seguro que no. Es el mismo tablón. Pero, por alguna razón no estamos muy seguros de caminar por él. Lo único que ha cambiado es la consecuencia de cometer un error. De repente, un leve error significa la muerte... o al menos varios huesos rotos. Percibir la consecuencia de un error hace que se prefiera no emprender una actividad que, unos instantes antes, se consideraba rematadamente fácil.
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Todd Henry -autor del libro Creatividad Práctica-, utiliza el ejemplo anterior para explicar por qué es habitual entre los creativos, el no arriesgarse por miedo a lo que pueda pasar. En la mayoría de los casos, nuestros miedos son exagerados. Este miedo lo divide en dos categorías: el miedo al fracaso y, lo que es peor, el miedo al éxito. En éste post sólo hablaré del primero.
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Miedo al fracaso
Seguramente es el que nos viene a la cabeza cuando pensamos en el miedo. Evitamos los riesgos porque no queremos equivocarnos. Pero el trabajo creativo siempre es el resultado de asumir algún riesgo. Para lograr algo bueno debemos mirar más allá de nuestro entorno inmediato y arriesgarnos a que nuestras ideas fracasen. Si nos forzamos a ir más allá de las convenciones, es inevitable que otros piensen que algunas de nuestras ideas son malas, pero, al final, las consecuencias negativas de no arriesgarse nunca son mucho mayores que el hecho de que alguien menosprecie lo que haces. Toda una vida de mediocridad es un precio muy alto para sentirse a salvo.
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Nos preocupa nuestra reputación. El qué dirán. Es preciso dejar las zonas donde nos sentimos cómodos y las cosas son fáciles para forzarnos a dar lo mejor de nosotros mismos. Cuando reducimos nuestra implicación creativa por miedo a lo que los demás pueden pensar, estamos "elevando el tablón". Exageramos las posibles consecuencias de un error, de modo que, en lugar de hacer lo que deberíamos, algo que nos apasiona o algo que realmente creemos que puede ser importante, damos un paso atrás. Nos conformamos. Aceptamos la mediocridad.
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El dibujo que encabeza éste post lo realicé la semana pasada en el autobús que sale de la estación Delicias. ¿Qué hago?, ¿lo dibujo o no?, y ¿si no me sale bien?.... casi mejor que no. Total, enseguida me bajo y además, lo tengo justo enfrente. En aquella ocasión, la respuesta a la segunda pregunta fue sí, y el resultado me gustó.
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El de encima es Diego, mi compañero de trabajo al que martirizo una y otra vez a dibujos.  Cogí el dichoso tablón, y lo puse encima de su mesa y la mía. La de abajo, Alba, una compañera que nos deja. No me salió muy bien, pero que carallo, ya que lo hice, lo pegué en el cuaderno de dedicatorias que le regalamos. Os animo también a que  crucéis ese tablón esté donde esté. No os quedéis sólo en el pensamiento.
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Buena Cortesía

5 comentarios:

  1. Cuanta razón tienes en eso del miedo. El miedo...a qué? Si somos capaces de dibujar de una foto, cómo no vamos a ser capaces en directo? Cuando en directo tenemos la perspectiva ideal y los colores reales? e incluso podemos variar el ángulo. El miedo es algo que hay que superar y tú, dibujando al tío ese que estaba escribiendo en su móvil delante tuyo y tan cerca, lo superas con creces. Puede que algún día recibas algún reproche... pero, no es fácil. Generalmente, salvo excepciones, aceptan que se les dibuje. Si se tercia yo los enseño y si no, se quedan con la duda.
    Pues es lo mismo cuando se dibuja o pinta en la calle.
    Fernando, eres el mismo que conocí? Me parece que has cambiado un huevo y tienes más soltura ahora que antes. Más jeta!!! Je, je.
    Chico, lo haces de maravilla. Estoy alucinado de todo lo que nos enseñas ahora. Lástima que no tengas más tiempo.
    Un fuerte abrazo.

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  2. Gracias Fernando por tu post. Me ha hecho pensar y eso es bueno siempre. Buscaré el libro al que haces referencia pues tiene pinta de interesante.
    A veces ese miedo del que hablas nos paraliza y no nos deja avanzar. Al final, un papel es solo un papel y si no nos sale lo que queremos no pasa nada... y debemos seguir. Cuanto peso tiene la opinión de los demás y encima hay personas que juzgan y opinan sin tener idea de nada y nos dejan destrozados.
    El miedo a la página (papel) en blanco, el miedo a lo que proyectamos de nosotros en él..... cuantas cosas a superar. No se trata solo de color, trazo, forma y composición. se trata de nosotros mismos, de nuestro miedo
    al fracaso pero y estoy totalmente de acuerdo contigo, se avanza desde el caos, para crear hay que destruir sino no se avanza y uno se queda en lo anecdótico. Del miedo al éxito, hablamos otro día, que también tiene su que.
    Tus dibujos son muy buenos, a continuar por este camino. Un abrazo.

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  3. Un post de primera, Fernando. Los dibujos fantásticos, en tu línea, y el texto a la misma altura.
    Te felicito, amigo. Un abrazo.

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  4. Vaya pedazo de post Fernando, G E N I A L...
    M e ha encantado, creo que cuando lo lees te quedas un poquillo pensandolo, y al final ves que no es importante el resultado sino el disfrutar con lo que haces, no importa para nada lo que opinen los demas, hazlo por que te guste, ademas el que no arriesga no puede ganar, no?
    Me gustan mucho tus dibujos. Animo y a seguir¡¡¡

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  5. Muy buenos tus dibujos y atinadísimas tus reflexiones. Efectivamente todas esas consideraciones pueden llegar a ser paralizantes. Las cosas salen mejor cuando no nos sometemos a excesiva presión, que no viene al caso, pues estas cosas se hacen para disfrutar.

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