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martes, 4 de diciembre de 2018

Robín de los Bosques ataca de nuevo.

    Sólo salgo de mi obispado de Cipango para tomar cafés y ver árboles. Unos los dibujo en situ, otros ya en mi celda.
    Tengo comprobado que por donde hay árboles se come bien. Al menos aún saben hacer pan y por el horizonte bullen los corderos, que veo como chuletas andantes o quesos con patas.  Que el Señor me perdone. Lo que no veo por estos páramos del cercano Oriente, ni siquiera por el Júcar o el Cabriel, son bancos de calamales a la lomana, lo que pongo en conocimiento del amigo Juan Llorens, con gran pesar.
    No pongo últimamente nada por aquí porque tengo los cuadernos en barbecho. Por contra, me ha dado una fiebre acuarelística y arbórea que dispara mi producción. Y acelera mi ruina.
    Lo de la ruina es porque entre otros vicios tengo el de hacer probaturas, que no es el peor. Ahora le ha tocado al papel.
    A pesar de que pintando árboles tiene importancia la textura, lo que parecería imponer papeles rugosos, estoy probando papeles satinados, aparte de mi amado Garzapapel, de grano medio, papel noble y al que he cogido el tranquillo. He tenido que comprar algunos blocs de acuarela de Saunders Waterford, Arches y Windsor & Newton, todos satinados, Canson Montval, Fabriano Studio, Clairefontaine, Galgo verjurado y otros que suelo tener en los almacenes. De paso me he comprado algunas tintas nuevas, que es otro capítulo pendiente el de hacer un muestrario de ellas. 
    Yo sé que en este foro sois muy austeros y mañosos; que con un palote con cuatro pelos, una colilla de lápiz y tres pastillas de acuarela hacéis maravillas sobre un papel de estraza o por detrás de un albarán, pero no todos tenemos esas habilidades. Yo pienso que si Fernando Alonso a veces consigue no hacer el ridículo con una tartana, claro está que menos lo haría con un buen coche. Si encima, como es mi caso, uno no es ni Fernando Alonso ni mucho menos Velázquez, tengo claro que los materiales no han de ser excusa para mis fracasos. Cada uno es como Dios lo hizo, aunque mi padre decía que muchos conseguían llegar a serlo peor. Y puestos a confesiones, a mí lo que me gusta son los chismes, los lápices, los cuadernos, los papeles, los tubos de acuarela, las plumas y las tintas. Una vez comprados, algo habra que hacer con ellos, —piensa uno— y no queda más remedio que pintar algo, cosa que a veces me jode, dicho sea en términos científicos, pues viendo el papel tan liso y tan blanco, da pena mancharlo.  No digamos gastar un tubio de lapislázuli que te ha costado 25 dólares.
     En esas entradas también voy contando los colores que utilizo, esos que me permiten sacar texturas con su granulación extrema. Entre ellos los de Kremer y algunos de Daniel Smith. Yo no me quiero poner cansadísimo con esto de los materiales, que con cansado es suficiente, pero no entiendo la vida pinturera sin las acuarelas de lapislázuli, sodalita, magnetita, hematite, jade o amatista. Prefiero pintar con esas piedras preciosas que hacerme con ellas un collar. Lo del Caput Mortum o el marrón de momia queda para otra ocasión, que también los tengo. Luego pondré unos brochazos de cada uno de esos colores que en las entradas de mi blog cito cuando los uso, pero que apareciendo mezclados no se distinguen bien a veces.
     Ya que no pongo dibujos en cuaderno, os envío enlaces a varias entradas de mi blog dedicadas a los árboles, y algunas muestras de las acuarelas de noviembre y diciembre, que salgo a más de una diaria.  Como las desgracias nunca vienen solas, la ignorancia es muy atrevida y casa de dos puerta es difícil de guardar, que no sé si viene al caso este último refrán, me atrevo en mi blog a dar consejos, recomendaciones, sugerencias, opiniones y análisis de los materiales, tanto papeles como pigmentos. Si alguien necesita ayuda para equivocarse, allí cuento mis técnicas, trucos, manías, recursos y demás formas que he llegado a descubrir para perder el tiempo y el dinero por si a alguien le interesan. 
   No sé si podréis perdonarme por tan larga epístola. Me consuela que quien no quiera puede dejarlo en la segunda línea y también que aún no se han inventado las collejas telemáticas, con lo que a salvo quedo de vuestras iras, perversos.
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